Lo fundamental es eliminar el detonante de la tensión que experimenta el paciente, por lo tanto no se trabaja para controlarla o manipularla ya que es un indicador formidable, una “amigo” que el cuerpo nos envía para aconsejarnos cómo debemos proceder.
A medida que el paciente experimenta la disminución de la tensión podemos ir trabajando para reducir el sobredimensionamiento del esfuerzo que inconscientemente había desarrollado como estrategia de ataque o control de la tensión para volver paulatinamente a la normalidad, algo que depende de lo fuertemente consolidado que esté el habito de manipulación o control.
Esta no es una terapia invasiva, no se cuenta con medicamentos depresores del sistema nervioso, ansiolíticos o relajantes musculares, o botox ya que por estos medios se “secuestra” la sensibilidad de nuestro aparato sensorio-motor que es la plataforma donde se muestra el síntoma que debe ser interpretado adecuadamente para aplicar una terapia eficaz.